
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Pero Moisés le respondió a Dios: «¿Y quién soy yo para ir ante el faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?»» (Éxodo 3:11)
¡Qué espectáculo! Dios hablando de una zarza ardiente, que no se consumió. ¡Ver esta escena y escuchar la voz del Señor debe haber sido increíble! Pero creo que el mayor espectáculo fue lo que el Señor le reveló a Moisés: su amor por el pueblo de Israel, al que Dios quería sacar de la esclavitud. Ese fue el verdadero espectáculo.
Pero a pesar del espectáculo, Moisés pensó que era pequeño y puso excusas para no ir: «¿Quién soy yo para ir a hablar con el rey?» Y la respuesta de Dios es directa: A los hijos de Israel tú les dirás: “YO SOY me ha enviado a ustedes.» (Éxodo 3:14). Moisés sería la boca del Señor para guiar a su pueblo a la libertad.
Este espectáculo continúa. La fe que recibimos, ya sea por el bautismo o por la predicación de la Palabra, es un fuego que no se consume y sigue presente en nuestras vidas. El espectáculo de la libertad también continúa, porque por la acción amorosa de Dios somos liberados de todo pecado, del diablo y de la muerte eterna, porque con Dios viviremos para siempre.
Por eso también hoy Dios nos envía a ir a hablar con las personas que están atrapadas en el pecado, el diablo y la muerte. Toda persona que no cree vive en esta esclavitud y necesita ser liberada. Y podemos mostrarles cómo Dios los ama y quiere liberarlos. Talvez nos preguntarnos: «¿Quién soy yo para ir y hablar?» ¡Pero podemos irnos, porque somos hijos del Señor!
Ese es nuestro privilegio. No solo somos salvos, sino que aún podemos hablar de Aquel que nos salvó, el Dios que actúa espectacularmente para traernos la salvación a todos en Jesús.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Querido Señor, tú eres mi Dios. Pon en mi boca las palabras justas para hablar de ti a muchas personas, para que reciban la libertad ahora y para siempre. Amén.
Autor: Rony Ricardo Marquardt
