
Lectura: «Así ha dicho Dios el Señor, el Santo de Israel: «La salvación de ustedes depende de que mantengan la calma. Su fuerza radica en mantener la calma y en confiar en mí.»» (Isaías 30:15)
Gran parte de nuestra inquietud y ansiedad provienen de la falta de confianza en algo o en alguien que pueda protegernos. Confiar en cualquier otro ser o cosa que no sea Dios es fuente de ansiedad y preocupación. Una relación correcta con Dios trae tranquilidad. Consecuentemente podemos tranquilizarnos en sus promesas.
El profeta Isaías condena al pueblo de Israel por despreciar la Palabra de Dios, prefiriendo las ilusiones que la verdad. El pecado del pueblo traía graves consecuencias para esas personas, como la destrucción y el castigo. El relato del profeta Isaías es una advertencia para nosotros. Escribió: «Así ha dicho Dios el Señor, el Santo de Israel: «La salvación de ustedes depende de que mantengan la calma. Su fuerza radica en mantener la calma y en confiar en mí.»» (Isaías 30:15). Nunca deberíamos despreciar la predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios en favor de ilusiones que pueden tener un tono suave, pero que terminan llevándonos al pecado y a la perversidad.
¿Qué hacer? El teólogo Martín Lutero, en su Catecismo Menor, nos enseña a considerar la Palabra de Dios como santa, a disfrutar escuchándola y estudiándola. Al fin y al cabo, en ella conocemos la buena y misericordiosa voluntad de Dios que, a través de Jesucristo, nos pone en una relación hermosa y significativa con Él.
Al confiar en Dios sobre todas las cosas, verás que no hay inseguridad que te abrume. Puede que algunos miedos te inquieten, pero confiar en el Dios Santo te da tranquilidad
Oremos: Padre celestial, ten piedad de quienes se han desviado de tu camino. Reprendedlos y restauradlos para que puedan ser salvados. En el nombre de Jesús. Amén.
Autor: Helvécio José Batista Júnior
