
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en todos los problemas» (Salmo 46:1)
Sin duda, todos hemos pasado, estamos pasando o pasaremos por momentos difíciles. En esos momentos, parece que el miedo se apodera de nosotros, atemorizándonos e impidiéndonos reaccionar ante las amenazas, que pueden ser reales o meramente imaginarias.
En estos momentos, buscar apoyo y ayuda es fundamental. Permitirse recibir ayuda es igualmente importante, ya sea de alguien cercano o de un profesional como un médico.
El dolor y las dificultades que experimentamos en la vida están íntimamente ligados a nuestra condición de pecadores. Desde el momento en que Adán y Eva desobedecieron al Señor Dios, el pecado se convirtió en parte de la vida humana, trayendo consigo terribles consecuencias: dolor, muerte, sufrimiento y separación de Dios.
Pero Dios mismo, viendo nuestras penas y aflicciones, no nos abandona a nuestra suerte. Nos promete su presencia y apoyo, como vemos en el Salmo 46: «»Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en todos los problemas» (Salmo 46:1).
La mayor prueba del amor de Dios por nosotros se encuentra en el mensaje que proviene de la cruz. En ella, Cristo cargó con todos nuestros pecados, dolores y aflicciones, para que pudiéramos ser liberados de aquello que eternamente nos separaba de Dios y encontrar alivio a los sufrimientos de este mundo.
En los momentos difíciles, entrégale tu dolor a Jesús. Deja que Él sea tu refugio en toda angustia y aflicción, con la certeza de su amor por ti.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Amado Padre Celestial, gracias por amarme y cuidarme. Que el amor de Jesucristo me acompañe en los momentos de alegría y en los de dificultad. Mantenme firme en tu amor. En el nombre de Jesús. Amén.
Autor: Renato Luiz Hannisch
