
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.» (2 Corintios 13:14)
La gracia, el amor y la comunión son los elementos que Pablo destaca para enriquecer nuestras vidas. En su segunda carta a los cristianos de Corinto, el apóstol san Pablo les llama la atención para que hagan un examen de conciencia para evaluar si están conectados con el amor de Dios y en una verdadera comunión con sus hermanos y hermanas, basados en la gracia salvífica de Cristo.
Además de proponer este análisis de la conciencia, Pablo también escribe con suavidad, porque sabe que el amor debe predominar en la vida de las personas. Por eso dice: «Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.» (2 Corintios 13:13).
La gracia de Jesús es el fundamento de nuestra salvación. La obra salvadora de Cristo en la cruz nos libera de la culpa y nos reconcilia con el Padre. El amor de Dios Padre es la fuente de nuestra existencia. Él nos ama incondicionalmente. Este amor se basa en la fidelidad divina que nunca nos abandona. La comunión del Espíritu Santo es el vínculo que nos une como comunidad de fe. A través de la Palabra de Dios, el Espíritu Santo nos da y fortalece nuestra fe, llamándonos, reuniéndonos, iluminándonos y capacitándonos para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
Que la gracia de Cristo nos inspire a vivir una existencia transformada. Que el amor del Padre nos guíe en el amor al prójimo, y que la comunión del Espíritu Santo nos fortalezca en la unidad de la fe. Que Dios – Padre, Hijo y Espíritu Santo – estén presentes en cada momento de nuestra jornada, siendo el fundamento de nuestra esperanza.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Querido Dios, danos tu gracia y tu amor todos los días, por tu Palabra, sé presente en nuestras vidas, guiándonos y orientándonos en cada paso que damos. Por Jesús. Amén.
Autor: Claudio Ramir Schreiber