
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Entonces Noemí dijo: Espera un poco, hija mía, hasta ver cómo se resuelve este asunto» (Rut 3:18)
El libro de Rut se asemeja a una novela, llena de suspenso, tragedia, imprevistos, amor a primera vista e incluso un final feliz. Aunque el nombre del libro es Rut, gran parte del protagonismo se atribuye a su suegra, Noemí.
Noemí asumió la responsabilidad de compartir las promesas de Dios con su familia. Bajo la influencia del Espíritu de Dios, Rut, una no israelita, proclama a su suegra: «Su pueblo será mi pueblo, y su Dios será mi Dios» (Rut 1:16).
La vida de una viuda no es ni fue fácil, especialmente en los tiempos bíblicos, cuando las dificultades eran aún más pronunciadas. En busca de sobrevivir, la joven Rut cosecha espigas de cebada y conoce a Booz, quien la trata con gran benevolencia debido a su buena reputación. Preocupada por el futuro de su nuera y dándose cuenta de las buenas intenciones de Booz, Noemí diseña una estrategia para que Rut se gane su corazón. Ante la ansiedad de su nuera, la tranquiliza diciendo: «Entonces Noemí dijo: Espera un poco, hija mía, hasta ver cómo se resuelve este asunto, porque Booz no descansará, hasta dejarlo arreglado» (Rut 3:18). Al final, Booz oficia el matrimonio con Rut y todo sale según lo planeado, porque Noemí confiaba en Dios.
Ser paciente y esperar son actitudes que debemos cultivar constantemente. Ante situaciones difíciles, de rechazo, pérdida y persecución, es crucial confiar en la voluntad de Dios. Dios no descansará hasta que nos ayude. Él nos guiará a su Reino a través de su Hijo Jesús.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Padre misericordioso y sabio, tus planes son mucho mejores de lo que podemos imaginar. Envía tu Espíritu para fortalecer nuestra fe. En el nombre de Jesús. Amén.
Autor: Christian Hoffmann