
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «¡Pueblos todos, ¡confíen siempre en Dios! ¡Vacíen delante de él su corazón! ¡Dios es nuestro refugio!» (Salmo 62:8)
«No sé en quién más confiar», le dijo una joven a su amiga. Su vida fue una secuencia de decepciones y frustraciones, porque había depositado confianza en personas y cosas que no estaban a la altura de sus expectativas. La frustración es una experiencia triste, que puede traer consecuencias desafortunadas a quienes la viven.
De hecho, no todas las personas y cosas son confiables. Por eso hay tantas decepciones, frustraciones y sufrimientos. Pero, ¿es esto todo lo que nos espera? ¿Es esto todo lo que se nos presenta? ¿O hay algo diferente, algo en lo que podamos mirar y confiar firmemente? Afortunadamente, sí, existe: la Palabra de Dios. Y nos trae una maravillosa invitación. Una invitación hecha por Dios el Señor mismo.
Todo el Salmo 62 exalta la presencia de Dios como fuente de paz, salvación, ayuda y protección. Todo esto no se puede encontrar en ninguna otra fuente, pero en el Señor hay abundancia de estas cosas para ofrecer a cualquiera. Por eso el Salmo invita: «¡Pueblos todos, ¡confíen siempre en Dios! ¡Vacíen delante de él su corazón! ¡Dios es nuestro refugio!» (Salmo 62:8). El Salmo 62 nos permite ver que en el corazón de Dios está presente el deseo más puro de recibir nuestra confianza. Es un corazón donde hay misericordia para nosotros, que se obtiene para nosotros a través de su Hijo Jesucristo. Él es la mayor garantía de que su Padre es plenamente confiable siempre. Entonces mantén contigo la invitación para confiar en él y disfrute de él todos los días.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Concédeme, Padre misericordioso, que mi confianza en ti permanezca firme, incluso en medio de los momentos más amenazantes. En el nombre de Jesús. Amén.
Autor: Paulo Moisés Nerbas