
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Yo les daré a mis ovejas buenos pastos y apriscos seguros» (Ezequiel 34:15)
Dios valora tanto el descanso que, en el séptimo día, después de crear todas las cosas, descansó. Descansar es un regalo de Dios. Sin embargo, hay días en los que parece difícil, incluso en el calor del hogar, encontrar descanso.
El profeta Ezequiel describe una época de la historia del pueblo de Dios en la que los israelitas vivían lejos de sus hogares como esclavos en un país extranjero. Un pueblo que resultó herido, tanto física como emocionalmente. Sabían que nunca regresarían a su hogar, Jerusalén, porque había sido completamente destruida.
Es en este contexto que, a través del profeta, Dios dice: «Yo les daré a mis ovejas buenos pastos y apriscos seguros» (Ezequiel 34:15).
Aprendemos que Dios siempre está buscando a su rebaño para buscar a las ovejas perdidas, para cuidar a los heridos y para sanar a las enfermas, para darles un lugar de descanso. El salmista David reforzó esta verdad cuando dijo: «El Señor es mi pastor; nada me falta. En campos de verdes pastos me hace descansar; me lleva a arroyos de aguas tranquilas» (Salmo 23:1-2).
Si te sientes cansado y agobiado, si la vida te parece demasiado dura, si estás herido, abatido, solo o incluso perdido, debes saber que el Buen Pastor Jesús te conoce por tu nombre y te invita hoy a descansar en los cuidados que te ofrece: «Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar» (Mateo 11:28).
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Señor, solo en ti encuentro el verdadero descanso. Que tu Espíritu Santo guíe mi vida para que pueda descansar en ti. En Jesús. Amén.
Autor: Matheus Schmidt