
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Los cuervos llegaban por la mañana y por la tarde, y le llevaban pan y carne, y él bebía agua del arroyo.» (1 Reyes 17:6-7)
En uno de los momentos más inestables de la historia del pueblo de Dios, aparece el profeta Elías. Tenía un mensaje poderoso, desafiando al rey Acab profetizando que no llovería hasta que Dios lo permitiera. Este atrevimiento lo llevó a esconderse en un lugar remoto, donde Dios proveyó agua y alimento de una manera inesperada: «Los cuervos llegaban por la mañana y por la tarde, y le llevaban pan y carne, y él bebía agua del arroyo. Pero después de algunos días el arroyo se secó, porque no había llovido sobre la tierra» (1 Reyes 17:6-7). Tal vez te preguntes: » Pero ¿qué tiene que ver esto conmigo hoy?»
Tal vez haya enfrentado dificultades financieras, pérdidas emocionales o desafíos en el trabajo. Es en estas situaciones que la historia de Elías cobra relevancia. Así como Elías tuvo que confiar en Dios para que le proporcionara lo básico, también se nos desafía a confiar en Dios.
A veces las cosas en nuestras vidas parecen secarse, al igual que el arroyo de Elías. Pero Dios usa estas situaciones para animarnos a confiar en él. Es un recordatorio de que incluso cuando las cosas parecen desmoronarse, podemos encontrar esperanza en Dios.
Jesucristo tuvo que soportar la sed y el hambre para morir en nuestro lugar en la cruz, haciendo que fluyera hacia nosotros un río de agua de vida que nos gobierna y nos da la salvación. Así que cuando te sientas abrumado por los desafíos de la vida, recuérdate que, así como Elías encontró provisión divina en la adversidad, nosotros también podemos confiar en que Dios nos guiará y nos sostendrá, pase lo que pase.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Querido Dios, gracias por no olvidarte de mi. Quiero confiar siempre en ti. En Cristo. Amén.
Autor: Josué Malakoske (adaptado por el Equipo de la Hora Luterana)