
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «¿Queda todavía alguno de los descendientes de Saúl? En memoria de mi amigo Jonatán, quiero darle muestras de mi bondad» (2 Samuel 9:1)
Gran parte del bienestar es el resultado de la confianza en el otro. Aquellos que se relacionan con personas confiables se sienten seguros. Ante cualquier duda, sabe que estará alertado, guiado y siempre tendrá apoyo.
David y Jonatán eran amigos fieles. En las dificultades, estos lazos se han estrechado. La fidelidad de Jonatán marcó a David hasta tal punto que, incluso después de la muerte de Jonatán, David se sintió impulsado a expresar gratitud a su amigo, apoyando a sus descendientes. Un día preguntó «¿Queda todavía alguno de los descendientes de Saúl? En memoria de mi amigo Jonatán, quiero darle muestras de mi bondad»_ (2 Samuel 9:1). Después de eso, David apoyó a Mefiboset, que tenía una discapacidad física, y lo trató como a un hijo. No podía tratarlo de otra manera, porque era el hijo de su amigo Jonatán, quien le había salvado la vida.
David y Jonatán eran amigos fieles el uno del otro. Nuestra relación con Dios, por otro lado, está marcada por la fidelidad de Dios y nuestra infidelidad. Él es fiel a sus promesas, a pesar de nuestra rebeldía. No hay manera de permanecer indiferente a la fidelidad de Dios. Con él hay apoyo en todas y cada una de las situaciones. Él nos asegura seguridad, incluso en medio de la extrema desesperación. No hay amigo como él. Incluso envió a su Hijo, Jesucristo, para que se hiciera cargo de nuestros errores y nos perdonara. Quienes creen en esto pueden disfrutar de la convivencia diaria de este fiel amigo.
¿Te falta una amistad verdadera y fiel? Jesús prometió nunca abandonarte. Él es fiel y siempre estará contigo.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Querido Dios, estoy agradecido por tu amor. Ayúdame a ser fiel en mis relaciones amistosas. En Cristo. Amén.
Autor: Paulo Edmundo Jung