𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos» (Hebreos 13:8)
Sabemos que todas las cosas que existen en este mundo son susceptibles al tiempo. Nada dura para siempre. Nacemos, crecemos y un día llegará el final de nuestra vida. De la misma manera, las cosas cambian todo el tiempo y en todas partes. La tecnología está ocupando cada vez más espacio, ahorrando tiempo, pero también trayendo sus desafíos.
Los cambios exagerados nos hacen estar más ansiosos y deprimidos cada día. No podemos seguir el ritmo del cambio y eso nos hace un daño tremendo.
Así, en la búsqueda de alivio, muchos terminan buscando fuentes alternativas para acabar con su dolor. Todos los días vemos surgir nuevos «gurús» que afirman tener una nueva solución espiritual o existencial. Seducidos por las promesas fáciles de estos falsos especialistas, muchos olvidan que la Palabra de Dios nos proporciona todo el alivio que necesitamos. Dejan de lado una increíble fuente de ayuda para los males que enfrentamos en nuestro tiempo.
Si todas las cosas en esta vida son cambiantes y cambian rápidamente, debemos recordar que hay algo que no cambia. Conocemos a un Dios que es inmutable, cuyo amor permanece para siempre. Es como leemos en Hebreos 13: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos» (Hebreos 13:8). Si Jesús no cambia, el amor que tiene por nosotros, el mismo amor que lo hizo dar su vida en la cruz, nunca cambiará. Y por eso está con nosotros, en nuestros corazones, ofreciendo fuerza y sabiduría para superar las ansiedades y depresiones que este mundo nos impone. Así que, confía en este amor eterno de Jesús y te acompañará todos los días de tu vida. Él es el que nunca cambiará y por lo tanto nunca dejará de amarte.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Querido y amado Padre, no nos dejes solos en este mundo y ayúdanos a crecer en la fe para enfrentar los obstáculos de la vida. Que Jesucristo conceda su amor y nos envuelva con su poder. Amén.
Autor: Walduino Paulo Littig Junior