𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Hermanos, cuiden de que no haya entre ustedes ningún corazón pecaminoso e incrédulo, que los lleve a apartarse del Dios vivo» (Hebreos 3:12)
En los productos químicos siempre hay una advertencia que comienza diciendo: «¡Cuidado! Si se hace un mal uso de este producto, podría poner en peligro la vida». En lugares donde haya alto voltaje, también habrá una advertencia que comenzará con la palabra «¡Precaución!», señalando el peligro de tener contacto con alto voltaje. En muchas otras situaciones aparecerá la advertencia: «¡Cuidado!», puedes tener serios problemas si no sigues una determinada recomendación.
En la Epístola a los Hebreos, capítulo 3, versículo 12, no es diferente. Tenemos una advertencia importante que comienza con la palabra «cuídense»: «Hermanos, cuiden de que no haya entre ustedes ningún corazón pecaminoso e incrédulo, que los lleve a apartarse del Dios vivo» (Hebreos 3:12).
No cabe duda de que no seguir la recomendación de una etiqueta o cartel que empiece por la advertencia «precaución» puede ser muy arriesgado y tener graves consecuencias. Sin embargo, la advertencia de Hebreos es aún más importante, porque no se refiere solo a esta vida pasajera. Aprendemos que, si somos tercos y permanecemos en la incredulidad, inevitablemente podemos alejarnos de Dios y de la vida eterna.
No podemos dudar de ello. Esta advertencia es muy seria y vivir lejos de Dios es jugar con el peligro. Por otro lado, creer en Jesús es tener la confianza de que, por mucho que no podamos vencer todos los peligros que existen en esta vida, no debemos temer la pérdida de la vida eterna, porque él ganó el perdón y la salvación para todos nosotros en la cruz del Calvario. El sacrificio de Jesús en la cruz regenera nuestros corazones y nos acerca a Dios nuestro Padre. Por eso, con Jesús, no hay nada que temer, en él estamos a salvo.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Señor Dios y Padre, a menudo el cuidado de las cosas de este mundo y de mis propios intereses puede alejarme de ti. Ayúdame a notar cuándo me estoy alejando de tu presencia y a reconocer que, sin tu cuidado y amor por mí, no soy nada. En el nombre de Cristo. Amén.
Autor: Rômulo Santos Souza