𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: ”Entonces él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» Pedro le respondió: «Tú eres el Cristo.»” (Marcos 8:29)
¿Quién es Jesús? Esta pregunta puede ser respondida desde diferentes perspectivas. Es necesario ser consciente de que la respuesta que alguien da a esta pregunta es decisiva en la vida de esa persona, pero no interfiere de ninguna manera con quién es realmente Jesús.
Hay quienes toman a Jesús como modelo ético y moral. No hay duda de que lo es. Y no podía ser de otra manera. Su gran misión solo podía ser cumplida por un perfecto. Pero Jesús tiene mucho más que ofrecer. Jesús preguntó a los discípulos: “Entonces él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» Pedro le respondió: «Tú eres el Cristo.»” (Marcos 8:29). Es decir: el Hijo prometido de Dios, el Salvador de los pecadores.
Ante el Salvador, surge una pregunta crucial: ¿Quién soy yo? Esta respuesta determinará tu relación con el Hijo de Dios. Si reconozco que soy un pecador perdido, que necesito totalmente el apoyo divino, estoy en camino a una relación bendita con Jesús. Él es y se revela como la máxima expresión del amor de Dios, que vino a este mundo para ofrecer su vida en sacrificio por la salvación de todos los pecadores. Ese era el entendimiento exacto de Pedro. Otra es la postura de aquellos que no pueden evaluarse adecuadamente a sí mismos y huyen del verdadero Dios, adoptando para sí mismos dioses creados a su propria imagen.
Cuando comprendemos cuánto vale una persona para Dios y el tamaño de su amor, cambiamos nuestra actitud ante Jesús. Nos deleitaremos en servir a Cristo, dedicar nuestras vidas a él y engrandecerlo a causa de su amor.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Señor, Dios mío, actúa en mi vida. Abre mi mente para que pueda entender que solo con Jesús tengo la salvación. Estoy agradecido por todo lo que el Salvador ha hecho por mí. En el nombre de Jesús. Amén.
Autor: Paulo Edmundo Jung