
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Señor, sea tu misericordia sobre nosotros, tal y como lo esperamos de ti» (Salmo 33:22)
Hay un dicho que dice: «la esperanza es lo último que muere». Nos recuerda que todo ser humano anhela alcanzar sus deseos, días mejores y la verdadera felicidad. Pero, ¿por qué es tan importante la esperanza? ¿Y qué pasa con los que la perdieron? ¿De los que enfrentan enfermedades incurables, duelo, ansiedad y otras dolencias que afectan tanto el cuerpo como el alma, incluso entre los cristianos?
En el viaje de la vida, muchos se desaniman por la adversidad. Las dudas surgen en medio del sufrimiento, cuestionando la existencia de Dios y su papel frente al sufrimiento humano. Sin embargo, al examinar las Sagradas Escrituras, encontramos numerosos ejemplos de personajes bíblicos que enfrentaron dificultades, pero mantuvieron su esperanza en el Señor, como el mismo David, que se refugió en cuevas mientras huía de sus enemigos, pero nunca perdió la esperanza en Dios. Escribió: «Señor, sea tu misericordia sobre nosotros, tal y como lo esperamos de ti» (Salmo 33:22).
La esperanza no es solo una palabra, es un consuelo que se encuentra en la Palabra verdadera, en la Palabra hecha carne y habitada entre nosotros, Jesucristo (Juan 1:14). En su misericordia, se entregó y murió en la cruz por los pecados de la humanidad. Nuestra esperanza se fortalece con la fe en Cristo, la fuente de la verdadera esperanza. Él desea acompañarnos diariamente en nuestra jornada, mostrándonos que con él podemos encontrar la esperanza de días mejores aquí en la tierra y la certeza de la esperanza eterna en el cielo.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Amado Padre celestial, ayúdame a encontrar esperanza todos los días, confiando en la verdadera esperanza que es Jesús. En su nombre. Amén.
Autor: Jossemar Schulz dos Santos