
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Entonces el Señor dijo: «¿Acaso voy a ocultarle a Abrahán lo que voy a hacer?»» (Génesis 18:17)
Cuando recibimos la visita de alguien especial, pasamos horas y horas hablando. Cuando tenemos un problema, una buena conversación es un remedio.
Un día, en el encinar de la tierra de Mamre, Abraham fue visitado por Dios y dos ángeles, vestidos con la forma de tres hombres. Era una buena oportunidad para conversar. Primero, Dios reafirma la promesa de que Abraham engendraría una descendencia tan numerosa como las estrellas en el cielo. En un año, él y su esposa Sara, a pesar de ser ancianos, tendrían a su hijo en brazos. Dios había escogido a Abraham para bendecir a todas las naciones de la tierra.
La segunda noticia no fue nada buena, sin embargo, Dios dijo: «¿Acaso voy a ocultarle a Abrahán lo que voy a hacer?» (Génesis 18:17). Dios afirma que Sodoma y Gomorra serían destruidas debido a su inmoralidad y falta de confianza en Dios. Abraham le pide a Dios que perdone las ciudades por el bien de los que creen.
A la mañana siguiente, Abraham vio que solo quedaba el humo de Sodoma y Gomorra, resultado de la lluvia de fuego y azufre que Dios hizo descender sobre las ciudades. Sin embargo, Lot y sus hijas, que vivían allí, se salvaron de la destrucción porque estaban en una relación correcta con Dios.
Jesús vino al mundo para traernos el perdón, para que no fuéramos destruidos como Sodoma y Gomorra, sino salvados como Lot. A través de la Biblia, Dios viene al encuentro de todos nosotros. Es tiempo de escuchar y hablar con Dios. La salvación de Lot nos muestra que «El Señor sabe librar de la tentación a los piadosos, y sabe también reservar a los injustos para que sean castigados en el día del juicio» (2 Pedro 2:9).
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Señor Dios, Juez de toda la tierra, líbranos y resérvanos por la obra de Jesús. En su nombre. Amén.
Autor: Jonas Naor Glienke