
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Digan a los de corazón amedrentado: «Esfuércense y no teman. ¡Miren! Aquí viene su Dios, para castigar a sus enemigos como merecen. Dios mismo viene, y él los salvará»» (Isaías 35:4)
¿Sientes miedo en alguna situación específica? Puede ser la oscuridad, algún animal o circunstancia que te cause aprensión. Muchos temen a la oscuridad debido a lo desconocido que puede haber en ella. De hecho, el núcleo de este miedo radica en la soledad que evoca la oscuridad.
Al entrar solo en una habitación oscura, incluso para los más valientes, es inevitable sentir un escalofrío. Sin embargo, una voz tranquilizadora puede calmar el alma, ofreciendo coraje y la certeza de que uno no está solo. El profeta Isaías escribió: «Digan a los de corazón amedrentado: «Esfuércense y no teman. ¡Miren! Aquí viene su Dios, para castigar a sus enemigos como merecen. Dios mismo viene, y él los salvará»» (Isaías 35:4). Esta frase nos anima a reconocer que Dios está con nosotros.
En cierto modo, somos como niños que quieren tomar a sus padres en las manos cuando se apaga la luz de la habitación. Por mucho que el padre diga «Estoy aquí», el niño todavía quiere sentir la seguridad de la presencia de uno de ellos. Del mismo modo, cuando enfrentamos la oscuridad de los problemas y adversidades de la vida, necesitamos la presencia de Dios. La mano de Dios aleja el miedo y calma nuestros corazones, dándonos la seguridad de que nada nos separará de su amor, incluso en medio de las mayores turbulencias.
Dios, de manera similar, nos invita a no temer. Envió a su Hijo Jesús para llevar nuestros pecados y morir en nuestro lugar. Detente y escucha lo que Dios te dice: «No tengas miedo». Con la fe que Dios te da en tu corazón, encontrarás el coraje para enfrentar las dificultades con confianza.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Bondadoso Dios, en tu Palabra me dices: «No tengas miedo». Ayúdame a reconocer que estás presente. Ayúdame a enfrentar las dificultades. En el nombre de Jesús. Amén.
Autor: Eli Müller
