
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres» (Juan 8:36)
Hace 508 años, el monje Martín Lutero clavó en la puerta de una iglesia de Wittenberg un documento con 95 tesis sobre la libertad que Dios ofrece y da a todo aquel que lee, escucha y estudia su Palabra. Este hecho fue elegido como el hito del comienzo de la Reforma luterana.
Las palabras de Jesús, registradas en el Evangelio de Juan, hablan de libertad: «Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres» (Juan 8:36). Conversando con los judíos que habían creído en él, Jesús habló de la necesidad de mantenerse firmes en la Palabra para disfrutar de la libertad que Dios da.
Martín Lutero enfatizó la enseñanza de la Palabra de Dios como una forma de libertar a las personas, invitándolas a abandonar la falsa enseñanza, que se centra en lo que los seres humanos pueden hacer para tratar de agradar a Dios. La verdadera libertad es mantener la atención en lo que Jesucristo hizo en su muerte y resurrección.
La mayor esclavitud que uno puede experimentar es confiar en la falsa oferta de libertad que ofrecen las enseñanzas centradas en el ser humano. Confiando en lo que pueden hacer para agradar a Dios, las personas buscan en su religiosidad superficial, en sus obras, en sus esfuerzos, un consuelo que nunca obtendrán.
Cuando aprendemos de las Sagradas Escrituras todo lo que nuestro Salvador ha hecho por nosotros y creemos en Él, somos rescatados de la esclavitud y llevados a la verdadera libertad como hijos de Dios. Nos convertimos en hijos de Dios y, a través de la predicación de la Palabra, Dios alimenta nuestra fe y abre muchas posibilidades para que le sirvamos en los roles y lugares en los que hemos sido colocados.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Gracias, Señor, por la libertad que recibí en Cristo. Ayúdame a testimoniarla a todas las personas. Amén.
Autor: Silvio Ferreira da Silva Filho
