𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Manténganse en el amor de Dios, mientras esperan la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna» (Judas 21)
«¿El que espera, siempre alcanza”? ¡En la vida cristiana podemos decir sí! Judas, siervo de Cristo y hermano de Santiago, escribió: «Pero ustedes, amados hermanos, sigan edificándose sobre la base de su santísima fe, oren en el Espíritu Santo, manténganse en el amor de Dios, mientras esperan la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna» (Judas 20-21). Esperar con fidelidad a Dios, ¿pero, cómo?
El primer consejo es: «Sigue progresando en tu fe». Progresar indica movimiento, es decir, significa crecer, avanzar, evolucionar, madurar, tanto en la fe como en la vida con Dios. Es en la búsqueda constante donde se produce el crecimiento. El ejercicio cotidiano de la fe cristiana es un gran desafío que nos trae importantes experiencias por nuestro camino hasta el final.
El segundo consejo es: «Ora guiado por el Espíritu Santo». Esperar también significa orar. Orar es estar en contacto con Dios en los más diversos momentos de nuestra vida, sean cuales sean. La oración es inseparable de la vida cristiana. Un viejo lema dicho por los padres de la iglesia decía: «¡Ora y trabaja!» Esta fórmula expresa la siguiente idea: «Ora como si todo dependiera solo de Dios, y trabaja como si todo dependiera solo de ti». ¡Y que el Espíritu Santo nos guíe en esta vida de oración!
El tercer y último consejo es: «Y sigue viviendo en el amor de Dios». Esperar en Dios es ser amado y también amar. Solo podemos amar porque Dios nos amó primero en Cristo Jesús. Él nos amó, nos enseñó y nos hizo amar también al prójimo en las más diversas situaciones de la vida. La fe cristiana es activa en el amor.
Recordando que, a los que son fieles, Jesús, en su misericordia, les dará la vida eterna. En este sentido, «el que espera, siempre alcanza».
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Oh Dios, vivimos y esperamos que Jesucristo nos contemple, por su gracia y misericordia, la vida eterna. Amén.
Autor: Wanderley Maycon Lange