𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Así como el Padre viviente me envió, y yo vivo por el Padre, así también el que me come también vivirá por mí» (Juan 6:57)
Un dicho popular dice así: «Eres lo que consumes». Los dichos no siempre son ciertos, pero este parece tener sentido al advertir a las personas que tengan cuidado con lo que experimentan, ven, escuchan y usan. Es posible ver niños violentos porque consumen contenido violento. Muchos ven a otras personas como meros objetos porque consumen pornografía. Se destruyen vidas por el consumo de sustancias altamente destructivas. Las relaciones se arruinan por sentimientos como el resentimiento y el odio. ¡Esa lista es bastante larga!
Jesús también nos enseña a consumir algo: «Así como el Padre viviente me envió, y yo vivo por el Padre, así también el que me come también vivirá por mí» (Juan 6:57). Es muy fácil ver que los seres humanos son rápidos para consumir cosas que los destruyen y que se aferran fácilmente a ellas, convirtiéndose en esclavos de ellas. Pero Jesús nos invita a consumir algo que no mata ni destruye, sino que da vida. En esta ocasión, el Salvador Jesús estaba invitando a la gente a creer en él, y así como él tiene vida en sí mismo, así también los que creen en él o se alimentan de él tienen vida al estar unidos a él.
Alimentarse de Jesús es lo mismo que creer en él como el Salvador, el que perdona los pecados y concede la salvación y la vida eterna.
Esta vida Jesús la ganó para todos los seres humanos cuando él mismo murió por la cruz a causa de los pecados de todos. En su sacrificio en la cruz, Jesús consumió el castigo y la condenación de las personas en su lugar, y hoy las invita a no consumir más la muerte y la destrucción, sino la que trae vida y salvación.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Señor Jesús, reconozco que me alimento de lo que no debo y eso me trae la muerte. Ayúdame, fortaleciendo mi fe, a alimentarme de ti para mi vida y salvación eterna. En tu nombre. Amén.
Autor: Marcos Daniel Weirich