𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «¡Vengan y coman de mi pan! ¡Beban del vino que he mezclado! ¡Déjense de tonterías, y vivan! ¡Sigan el camino de la inteligencia!» (Proverbios 9:5-6)
¿Alguna vez te has parado a pensar en lo importante que es la alimentación para fortalecer las relaciones? En la familia, con los amigos e incluso en asuntos profesionales, la comida juega un papel fundamental en el desarrollo de la confianza, la intimidad y la amistad.
El Señor nos invita a relacionarnos con Él a través de algo muy sencillo: sentarnos a la mesa que Él mismo ha preparado. En Proverbios capítulo 9, escuchamos que el Señor, descrito como «Sabiduría», construyó una casa y “ha sacrificado los animales para el banquete, ha mezclado el vino y preparado la mesa” (Proverbios 9:2). Él mismo envió un mensaje a todos: «¡Vengan y coman de mi pan! ¡Beban del vino que he mezclado! ¡Déjense de tonterías, y vivan! ¡Sigan el camino de la inteligencia!» (Proverbios 9:5-6).
A lo largo del ministerio de Jesús, la comida siempre estuvo en el centro de sus relaciones. No solo con sus discípulos, sino también con los que eran considerados los grandes pecadores de aquella época. Sin embargo, Jesús dejó claro que él era el alimento verdadero, diciendo: «Yo soy el pan de vida. El que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás» (Juan 6:35). Venid, comed y bebed. Esa misma invitación Jesús también te extiende hoy: «Ven, come y bebe». Cada vez que escuchamos la Palabra de Dios, recibimos el pan de vida. Y cada vez que celebramos la Cena del Señor, recibimos el verdadero cuerpo y sangre de Cristo en el pan y el vino. Su muerte y resurrección nos han traído el perdón de los pecados, nos dan vida – vida eterna – y su presencia nos fortalece frente a las tentaciones.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Gracias, Señor, por invitarnos a recibir el mejor alimento, el pan de vida que has dado al mundo y que nos satisface plenamente. Quédate siempre con nosotros. En el nombre de Jesús. Amén.
Autor: Matheus Schmidt