
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚: «Y Abrán creyó al Señor, y eso le fue contado por justicia» (Génesis 15:6)
El deseo de ser aceptado por otras personas es algo natural para los seres humanos. Es natural desear ser amado, correspondido y valorado, ya sea dentro de la familia, entre amigos, compañeros de trabajo o en la comunidad escolar. Sin embargo, surge una pregunta crucial: ¿cómo podemos ser aceptados por Dios?
A diferencia de la dinámica humana, la aceptación de Dios sigue un camino diferente. Un ejemplo de esto se encuentra en la vida de Abram, quien, creyendo en Dios, fue aceptado por el Señor. El texto bíblico del Génesis dice: «Y Abrán creyó al Señor, y eso le fue contado por justicia» (Génesis 15:6). La fe de Abrán fue el fundamento de su aceptación ante Dios. El apóstol Pablo también usa el ejemplo de Abram para enfatizar que la fe en Cristo es el medio para la salvación y la justicia (Romanos 4:3). La salvación es un regalo de Dios.
Abrán fue justificado por su fe, es decir, creyó en Dios y le fue contado como justicia. En la cruz, nuestros pecados fueron atribuidos a Jesús, y la justicia de Jesús fue atribuida a las personas que confían en su sacrificio. Dios tuvo que enviar a Jesús, permitiéndole morir en la cruz, para aceptarnos como sus hijos. Por lo tanto, somos aceptados por Dios no por nuestros propios méritos, buenas obras o hechos, sino por la obra redentora de Jesús en la cruz.
Incluso si no somos o no nos sentimos aceptados por las personas que nos rodean, somos aceptados por Dios, a través de Jesús. Con esta certeza, caminemos como hijos de la luz, aceptando y perdonando también al prójimo.
𝐎𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬: Amado Padre, te damos gracias por dar a Tu Hijo Jesús para morir por nuestros pecados en la cruz, concediéndonos aceptación a través de Su obra redentora. Amén.
Autor: Jossemar Schulz dos Santos